lunes, 4 de diciembre de 2017

Mar de nubes



             Silencio absoluto en la media montaña nevadense. Sólo una ligera brisa que mece los árboles nos distrae de nuestros pensamientos. Como en cada salida fotográfica, en cada paso, antes del alba, surgen oportunidades con las primeras luces que nos regala uno de nuestros más destacados representantes del macizo, siempre generoso en su  devenir, incluso, las nubes algodonosas parecen haberse colocado en el justo lugar (Picacho Alto y Alayos) para proporcionarme, proporcionarnos, esta ofrenda cercana a los dioses. Mientras, también en silencio, aún en la casi plena oscuridad, a mi espaldas hace acto de presencia el Trevenque, símbolo impertérrito de Sierra Nevada, acogedor enclave de nuestra tan renombrada fauna y flora y que conforma una gran tesoro biológico que todos debemos proteger, cada uno en su pequeña parcela de vida, como si de un pequeño juguete que recibimos con la mirada ilusionada de un niño.


Saludos a todos.









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